jueves, 24 de junio de 2010

Tus piezas rotas son mi puzzle entero

Llevas tiempo regalándome tu vida. Ahora no te reconozco.

No veo la estrella que llevabas dentro ni veo el brillo que caracterizaba a tus ojos. Dónde está tu sonrisa o el sabor de tus labios. Por qué el aire ya no mueve tus cabellos rizados. Dónde está ahora el color de la cara más bonita. Quién le dijo al cielo que ya no querías ser su reflejo. Cuando oliste por última vez una de las margaritas de tu jardín. Cómo conseguiste que tus interminables piernas dejasen de crecer. Qué fue lo que hizo que hoy ya no sepas mirarme a los ojos.
Dejaste de tropezar cuando olvidaste caminar. Y perdiste el movimiento rápido de tus caderas al bailar. No querías escuchar los consejos de la luna y prometías no volver a contemplar nunca las estrellas. Tu corazón se llenaba de cenizas mientras tu cabeza dejaba de pensar. Cuál fue el motivo que te llevó a regalar tu alma.

Has decidido no ser nadie para convertirme en todo.

Soy alegre, risueña, coqueta y divertida. Mis pupilas aprenden a dilatarse a medida que las lágrimas deciden marcharse. Mis labios contienen amor y la locura se esconde en mis besos. He inventado un bonito sonido cada vez que digo una palabra. Los rizos de mi rubio cabello son ahora tan perfectos como mi manera de caminar. La vitalidad invade mi cuerpo. Mis caderas no descansan. Consigo convencerme de que no existe el miedo y mi corazón vuelve a latir. Las estrellas me sonríen. Tengo el azul del cielo en mis ojos y el blanco de las nubes en la pureza de mis consejos.
Al fin encontré mi alma, tú me ayudaste a hacerlo.

¿Doy gracias por devolverme la vida o pido perdón por quitarte la tuya?

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