Y allí estoy, en la terraza, disfrutando de las mismas vistas que disfrutó hace pocos meses él. El cigarrillo en la mano y el humo desapareciendo entre las nubes. Observaba detenidamente cada uno de los puntitos destellantes e imaginaba su alegre sonrisa. Me pregunto si él estará allí. Miro hacia las baldosas y todo son recuerdos: las tardes en la portería, la tradicional visita a su casa la mañana del 6 de enero, los días que compartimos cachondeo y sonrisas sentados a comer en la misma mesa, las discusiones con su mujer por dichoso tabaco, los malos entendidos producidos por su sordera... Las baldosas esconden felices momentos que aún hoy llevo conmigo. No ha sido fácil, el shock por la noticia fue momentáneo. A pesar de que pasen años sin ver a alguien a quien quieres, por el motivo que sea, sabes que estará ahí. Hoy me costó asimilar que no, que a veces pasan los años y de repente "esos alguienes" ya no están a tu lado. Al menos no de la misma forma que antes. Unas horas antes, en mi última visita a su ya cuerpo sin vida, me paré a contemplar aquellos arboles secos del jardín que rodeaba su última casa. Los veía allí, desnudos, como su cuerpo sin alma, y tristes, como sus familiares y amigos. Entonces encontré uno enorme, con colorido y vestido de enormes hojas. Pensé en ella, su mujer, hoy sin nada con que taparse, pero mañana encontrando abrigo y queriendo florecer.
A medida que pasan los minutos para mi, en casa frente al ordenador, a dos metros de ese jardín con sus árboles pasan eternas horas. No sirve de nada preguntarse los porqués, ni pedirle explicaciones a nadie. Por mucho empeño que pongamos en negarlo todos estamos preparados para seguir adelante. Yo seguiré escribiendo, sus hijos seguirán trabajando, su nieta seguirá comiendo en su casa y todos los que le acompañan continuaran con su forma de vida habitual. Tú también sabrás hacerlo, eres fuerte y él no se ha ido, jamás lo haría, jamás te dejaría sola. No hagas caso a los sermones del cura, ni a los comentarios sin sentido de los que quieren cumplir, solo haz caso a tu corazón y le encontrarás. Continúa, levantaté y come algo, tú todavía estás aquí y tu gente te necesita.
Las vistas son hermosas, las estrellas brillan más que nunca y su imagen allí, con su maldito cigarro en la mano, siempre quedará en el recuerdo de todos.
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