miércoles, 10 de marzo de 2010

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Llevo minutos delante de la pantalla decidiendo si presionar el botón que rompa todas las reglas o si en cambio es mejor seguir cumpliendo las ya impuestas; esa es la lucha del día a día. Es cierto, pensar demasiado no es, quizás, lo más acertado. Tampoco lo es lanzarse al vacio en la primera de cambio. Admito que me sorprendiste al afirmar que envidiabas esas horas y horas de rebuscados pensamientos. Cada vez pienso que sirven de menos. Aún así es lo que me caracteriza y mentiría si negara que me apasiona hacerlo. No quiero radicalizarme ahora decantándome por la impulsividad, pero no descartó tenerla en cuenta más a menudo. Al fin y al cabo, ¿cuánto tiempo nos queda aquí?

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