Es como volver a aquellos días cuando te sentias tan extrañamente especial; volver a las sonrisas que llevaban a las alegrías, o a las intensas charlas donde descubrías tu verdadera identidad. Es el abrazo más sincero que jamás ante recibiste, y son los mejores besos que supieron regalar tus labios. Aún queda mucho por descubrir, todavía existen nuevas maravillas que creíste no encontrar jamás.
Olvidate de los pensamientos ambiguos, devuélvete la pasión y la seguridad de aquellos días; escucha a ese gran individuo que llevas dentro sintiendo con delicadeza y sinceridad cada uno de los latidos.
Y vuelve a creer, en las promesas, en los hechos o en todas las caricias que estarán por llegar. Eso si, no te olvides de lo más importante: eres la única que sabe pensar arriesgando.
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