miércoles, 1 de diciembre de 2010

Believe it or not

Hoy era el día, el fin del mes. Elegí volver a tus garras.
Cuesta asumirlo, no me curé. Tenías razón, enloquecí.

Mis manos pintaron de sangre todas las paredes. El minúsculo destello de luz exhibía las tormentosas cicatrices. Sola entre la multitud, prisionera entre dos tétricas escaleras. Una botella medio llena de agua, un trozo de papel y la muerte en el interior. Mechas rojas, medias rasgadas, párpados como el tizón y tú. Los colores del techo, sus figuras, las historias. El aire acondicionado abofeteaba a los cuerpos. Tus manos rozaban mi espalda. Dilataciones, quemaduras abiertas en la piel y el mismo alcohol contaminado en sus venas. Cuerpos desnudos, cerebros al descubierto. El incesante ruido que desapareció con la última neurona. Esqueletos andantes, flashes que dificultan los escasos recuerdos. Dientes, una dentadura perfecta y dos mechones de cabello que se movían como un péndulo en tu cara. Voces, sombras y la verdad escondida en la única mentira.

No recuerdo porqué pero me agaché, me tambalearon, perdí el control. Cuadros, rejillas e inteligentes tatuajes. Cuerpos con la vida suficiente y pupilas en la disolución de los polvos vaciados. Gritos de dolor, risas desesperadas y el vaivén de las apretadas cabezas que escupían ironía. Los decibelios hacian su trabajo, las guitarras chocaban con los bajos y los amplificadores lloraban descontrolados.

Agitabas el líquido con dos giros de muñeca. Cruces de miradas y preguntas absurdas. La mandibula apretada, las uñas apunto de clavarse en la piel y la rigidez extrema. Ningún movimiento, el peso de mi cuerpo en la planta de los pies y el placer inagotable en cada susurro.

Dos sorbos. Tu imagen. Mi último suspiro.
 
DEPECHE MODE, Personal Jesus: http://www.youtube.com/watch?v=cNd4eocq2K0

sábado, 25 de septiembre de 2010

Blanco

Me observaba a mí misma, con la cara empapada en lágrimas, frente al espejo, con el reflejo de las muchas historias que habían ocurrido allí, al otro lado del cristal; observaba todas mis cicatrices a través de él: como señales en mi cuerpo, como recuerdos en algún lugar del baño, tan blanco. La mirada más perdida que nunca; los brazos débiles, blanquecinos, esmirriados; los labios cortantes, secos y con pequeños hilos de saliva que asomaban de mis encías. Y el mismo movimiento tembloroso de unas piernas que luchaban por mantenerse en pie. Lo había vuelto a hacer, una vez más sin éxito. 
Mamá me había visto así, dos meses antes, pero no frente al espejo sino dentro de la bañera. Me prometió que esa sería la última vez que permitiría que pasara. Me gritó y zarandeo agarrándome fuertemente por la cintura. Me cogió la cara con mucha delicadeza pero deseando poder estamparme contra aquel váter, o aquel espejo, como tantas veces hizo mi padre con ella. Sus ojos no dejaban de estudiar cada uno de los rincones de mi cuerpo y cada uno de los rincones de aquel baño, con las paredes blancas. Blancas como la nieve, o blancas como mi color de piel habitual. Eso pensaba hasta que mamá señaló unas manchas de color rojizo. Ya no quise mentir: sin retirarle la mirada subí mi brazo derecho a la altura de sus ojos y dándole la vuelta a mi flacucha muñeca le respondí. No hizo falta hablar, ella comprendió. 
Se tiró al suelo, se arrodilló ante mí, me insultó, se insultó… mis oídos no llegaron a escuchar sus palabras exactas, ni siquiera sé si eran insultos o sólo se culpaba, como cada día, por la muerte de mi hermano.
Y ahora estoy aquí, sin espejos, sin mi baño con las paredes blanquecinas, sin los restos de sangre en ellas, sin los zarandeos de mi madre y sin su presencia, sin todos aquellos recuerdos que convirtieron mi vida en lo que ahora soy: cenizas flotando en el mar. 
Sólo hay algo que permanecerá a mi lado para siempre: aquel color blanco de la pared del baño, aquel donde se fue plasmando poco a poco mi vida, aquel que se quedó con ella para siempre.

jueves, 16 de septiembre de 2010

¿En qué piensas?

No malgastes tu tiempo en memeces. Solo es una cara bonita y un par de piropos bien seleccionados.
Y aún así está ahí, dando tumbos de un lado para otro dentro de ti. Hasta en el más mínimo detalle dibujas su sonrisa.
Y te impide pensar; y te impide escribir aunque solo sean cuatro palabras. Y paras cada dos segundos porque cada puta letra es uno de sus cálidos susurros y cada maldito espacio una de sus insinuantes miradas.
Tratas de no verle y te encuentras con sus fotos. Quieres evitarle y agachas la cabeza cuando sabes que se acerca. Y eres lo más estupido que existe porque aún así solo buscas estar cerca de él después de que tu mirada haya recorrido minuciosamente cada roñosa baldosa del bar.
Eres imbécil. Sabes que lo eres pero no te molestas en impedir que cambie. Recuerdas melancólicamente todos los fines de semana que pasaste junto a él. Y te arrepientes de no haber sido más simpática. Y te das contra la pared pensando en las veces que le rechazaste.
Sales a la calle rezando para encontrarle. Cruzas cualquier esquina pensando que un día, no hace mucho, la cruzaste con él de la mano. Y te vuelves tan extremadamente loca buscando su cara que hasta el camarero del bar al que llevas yendo tres puñeteros días te parece una copia exacta de él.
Se que lo intentas.Te exiges paciencia y prometes acabar con esto de una vez. Abres los ojos, miras a tu alrededor y te das cuenta de las personas que hay demostrándote lo que él jamás te demostraría. Pero no lo consigues. Por eso ignoras las pequeñas muestras de sinceridad y te engañas creyendo que no son lo que tú quieres.
Y podría seguir hablando de la cantidad de minutos que malgastas al día pensando en ese maldito crio que solo consigue sacarte de quicio cada vez que te acuerdas de su jodida y penetrante mirada. Podría hacerlo pero no te mereces que lo haga. Y no te lo mereces porque ni él mismo sería capaz de reconocer ni que te odia, ni que te ama.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tarde de "martes" rara

Acabo de tener esa extraña sensación. Y si, las casualidades existen.
Suena la canción, los recuerdos se amontonan en mi cabeza y el texto de la foto que selecciono es el mismo que se escucha de fondo.
Hoy no es un buen día, mis lágrimas no son precisamente de alegría pero esas letras solo me traen buenos recuerdos.
Y así es como me siento, con unos ojos llorosos y con la más sincera y bonita de las sonrisas. Odiándote por la última tontería pero con la esperanza de que algún día sabremos actuar como adultos maduros.
Aqui seguiré, con una o dos canciones más, con sus letras, con nuestras insinuaciones y con los intensos significados que inventabamos al escucharlas.

martes, 3 de agosto de 2010

Te lo prometo

Y prometí no volver a tu lado. Después de ver con mis propios ojos aquello... Prometí no volver jamás a esa casa. Prometí no querer tener que ver nada contigo. Prometí no quererte, odiarte. Prometí irme para siempre.

¿Sabes algo? He aprendido a sonreir. Tú nunca te fijaste en eso. Solo te preocupaba que estuviera, o no, a tu lado. Empezamos juntas pero se te fue de las manos. Me prometiste que lo harías una sola vez. Una y no más. No cumpliste tu palabra. Si mamá te viera... Tú sabías cuántas ganas tenía ella de alejarnos de este mundo. Contra eso luchó toda su vida. Se dejaba sus manos, sus rodillas, su cuerpo entero limpiando portal trás portal, calle tras calle, retrete tras retrete. Todo para conseguir una mísera cantidad de dinero que te alimentaba. Si te hubiese visto aceptar aquella fortuna... ¿Por qué lo hiciste? Si algo nos pidió antes de morir fue que nunca nos acercasemos a aquel hombre. Yo no era más que una cria, huérfana, de catorce años que lo único que tenía era miedo. Destrozaste mi vida. El día que rompiste nuestra promesa deje de ser tu hermana. Era la promesa de las tres. Todavía me pregunto como aguante seis años junto a ti. No podía mirarte a la cara ni dirigirte la palabra. Sabes que me hubiera ido de esa casa si no hubiera sido porque... ¡Qué tonta fui! Tantas veces pensé en desaparecer, irme lejos y abondonarte. Pero me daba pena, me dabas pena. No sabes como me duele decirlo. Tú me has hecho sufrir como nadie. Cada noche me tiraba por el suelo, arañaba las paredes, me golpeaba contra ellas y me tapaba con las sábanas para que no me oyeses gritar, así hasta quedarme medio inconsciente. Y tú mientras dónde estabas. Temía por tu vida cuando tú ni te inmutabas por ello.
Perdí mi inocencia tan rápido. Ahora puedo llegar a sentir que estoy viviendo momentos felices. No hubiera imaginado que podría decir algo así. Antes no creía en la felicidad, ni siquiera quería oir hablar de esa palabra. Ahora comienzo a plantearme su existencia. ¿Te das cuenta de lo que significa? Cómo vas a darte cuenta. No te quedan neuronas para acordarte de aquello. Y lo que es peor, ya no queda nada de ti. De aquella cara preciosa que yo siempre quise tener. ¿Por qué has llegado a esto? Y aún yo pierdo el tiempo escribiendo algo que por mucho empeño que ponga ni siquiera se si podrás entender. Fuiste tan egoísta. Nunca conociste mi maldito problema. Coqueteaba con la muerte y tú no estuviste para evitarlo.
Estuve tan sola cuando mamá se fue. Por tu culpa quise tenerlo todo y acabé sin nada. Llegué a envidiarte. Siempre lo hice.Todos los hombres querían estar contigo. Todas las niñas envidiaban tu cuerpo. Y a ti te gustaba sentir que eras la más guapa de aquel lugar. Y yo solo miraba cada noche al cielo y al contar doce estrellas pedía ser como tú. Ahora me alegro de que no se cumpliesen aquellos deseos. Como me arrepiento de no haber hablado con aquel hombre cuando tuve que hacerlo. Me llamaste niñata inmadura cada vez que no te obedecía, o cada vez de las tantas que ignoré tus palabras. Te atrevías a afirmar que lo era cuando tú ni siquiera me llegabas a la suela de los zapatos. No sé como lo hice, cual fue la razón que me ayudó a mirar hacia adelante. Algo tuvo que hacerme ver que tenía que salir de allí. Esa gran mansión y su enorme piscina. Las terrazas más amplias y las mejores vistas al mar. Habitaciones enormes, baños para todos y el "mejor servicio". ¡Qué lujo! Solo querias que llevase a mis amigas a ver tu casa de ensueño. Yo jamás lo hice. ¿Sabes por qué? Porque no tenía amigas. Mis amigas te querían a ti. A ti y a la mierda de cocaína que pasaba uno de tus tantos novios. Me utilizaban para ponerse hasta arriba. Lo que más me duele es que esa mierda se la dabas tú. Te mostrabas amable y cariñosa con ellas, como nunca fuiste conmigo. Ellas sabían como agradecertelo. Se follaban a tu novio, se follaban a tus novios. En tu propia casa. Tú lo sabías, ¿verdad? Tú sabias todo pero te daba igual. No te querías y por eso no querías que yo me quisiese. Me tratabas con odio por no querer entrar en tu mundo. Qué equivocada estaba cuando pensé que podría ayudarte a salir de aquello. Esa fue la única razón que me mantuvo a tu lado. Pensé que podría sacarte de él. Me pasaba horas y horas en mi habitación pensando la manera de conseguir buscar una solución. Te convencí y fuiste a aquel centro después de que te ingresasen. El primer día que sonreí fue ese. Lástima que solo durase unas horas aquel destello de felicidad. Y todavía, después de irme, seguí llorando cada noche cuando pienso las barbaridades que estarás haciendo. Nunca quise ver nada, nunca hasta el día que decidí marcharme de allí. Y aún así las paredes me contaban todos los secretos. No veía como te pinchabas pero las jeringuillas comían en la misma mesa que yo. No veía las pintas de los tios a los que te tirabas, hablaban por si solos sus gemidos. No te veía pasar la droga pero no dejaba de escuchar el timbre. Y así con tantas y tantas cosas que he tenido que tragarme durante años. Pero te quiero, te quiero y no puedo odiarte. Y lo intento. Me gustaría agarrar tu larga melena y ponerte un cuchillo en el cuello para que vieras lo que (no) soy capaz de hacer. Porque aún sigo queriendo demostrarte que valgo. Aún cuando se de sobra la clase de persona en la que te has convertido. Aún cuando he vuelto a estudiar y me rodeo de personas responsables y sensatas. Y sin ese sucio dinero de mierda. Trabajando duro como hacía mamá, así he conseguido llegar hasta aqui. Y hasta hoy, después de no olvidarme ni un solo día de la noche que abandoné aquella: tu "casa de ensueño". Tuve la esperanza de que algún día ibas a venir conmigo para siempre.
Y no me equivoqué, aquí estás. A mi lado en el sofá. Con la mirada perdida y un cuerpo que no es el tuyo. ¿Cómo me encontraste? No era fácil, hice por separarme de aquella zona. Y lo haces ahora, ¿por qué ahora cuando ya no hay solución? Lo haces cuando no voy a poder cambiar nada, cuando ya no puedo dar marcha atrás... Pero te quiero, joder. Y me dan igual todas las cosas que hayan pasado, todo lo que acabo de decirte, todo lo que un día me hizo ser infeliz. Me da igual porque tú eres la única persona que me queda en este mundo, cariño.

Prometo que voy a cuidarte, voy a pasar contigo los últimos meses y vas a sentir que eres feliz. Te prometo que no voy a separarme de ti y vas a tener todo lo mejor. Te prometo que vas a conseguir todo lo que no conseguiste en treinta años. Te prometo que estaré a tu lado hasta que el sida pueda contigo. Y te prometo que vamos a intentar ser más fuertes que él. Te lo prometo, hermana.

lunes, 2 de agosto de 2010

Botellones y botellas

Hablemos de él, hablemos de ti y de los diálogos de la botella de Clara.

Él apareció a pocos metros. Uno de tantos botellones. Tantas, pero solo una botella. Esa que estaba en las manos de Clara y terminó echa pedazos junto al tronco más cercano al río.
Tú ya estabas allí. Bailabas moviendo tus caderas al compás de la música. Uno de los clasicazos que guardan tus amigos en sus móviles táctiles (Por suerte sigo orgullosa de mi pequeña pantalla y mis ganas de esforzarme por apretar las teclas). El clásico sonaba cuando decidiste dejar de mirar tu cintura y centrarte en la mano que te arrebató la botella que Clara, minutos antes, te había ofrecido. La mano y una sonrisa con explicación. Alcohol, humo y una cara bonita. El alcohol provocó que su timidez acabase en dos besos. El humo contribuyó a que horas después no te acordases de su nombre. Su bonita cara encantó a unos ojos que a pesar de hacerse pequeñitos cada vez veían más. No hizo falta mantener una conversación, en el ritmo de la música estaba la mejor de todas ellas.
La botella pasó por muchas manos: tu derecha, su izquierda, las del resto de amigos. Tus ojos se esforzaban por no rozar sus labios tan rápido, y sus labios lo hacían por probar cuanto antes tu juguetona lengua.
Hubo mordiscos, sonrisas, risas. Mordiscos que provocaban la misma cercanía que poco después iba a ser la responsable de seguir con el juego. Sonrisas que ofrecian confianza y risas que hacian dudar. No vi partida más larga que aquella. Era cuestión de minutos devolver una botella y el equilibrio se perdió una hora después. La música había desaparecido, los amigos habían desalojado el lugar, las otras botellas no contenían ya líquido y el humo ya no era un "obstáculo". ¿Y en todo ese tiempo qué? Una mano, dos manos, tres... y cuatro. Un beso, dos mordiscos, tres manotazos. Un beso apasionado, dos corteses y tres al aire. Dos mordiscos juguetones, uno gracioso aunque algo doloroso y tres suaves, muy suaves. Tres manotazos, dos que podían confundirse con irónicas caricias y uno que servía para hacerse de rogar. Y entre el beso, los mordiscos y los manotazos alguna que otra palabra suelta, una petición de su nombre y una botella mareada. Tú le advertiste de las consecuencias de aquellos mareos. Él confiaba en su habilidad. Pero cuando tientas demasiado a la suerte ésta deja de estar de tu lado. Su competitividad pedía jugar otra partida y tú inseguridad decidió acabar en tablas. Así, sus primeras sonrisas por tus inquietos mordiscos ya no eran más que descontroladas carcajadas que embobaban a su cara bonita; el nivel de alcohol en tu cuerpo consiguió que olvidases la timidez de horas antes; la pasión de vuestros besos perdió alocadamente el control, y todo ello junto con el humo y sus consecuencias provocaron que uno de tus leves manotazos le hicieran perder el equilibrio.
 
Y así fue como acabó la botella: hecha pedazos junto al río pero aún sin recoger (...)

lunes, 19 de julio de 2010

Odio ¿incontrolado?

No pasa un solo día sin que me pregunte porque odio tanto estar aquí: sentada en el mismo sillón, mirando las mismas fotos, escuchando la misma música y sin dejar de pensar en las mismas estupideces que ametrallan mi cabeza.
Soy idiota, lo sé. Pero no has tenido alguna vez la sensación de que por mucho que quieras es imposible cambiar la forma de pensar sobre algo o sobre alguien. Y mira que lo intento. Incluso hay momentos que afirmo haberlo superado. Pero no, abres los ojos y te encuentras de nuevo apoyada en el respaldo del mismo sofa, viendo las mismas fotografías, oyendo las canciones de siempre y estudiando las puñeteras estupideces que jamás, por mucho empeño que pongas, saldrán de tu cabeza.
He decidido que a partir de ahora no voy a molestarme tanto por pretender que cambie mi opinión, es más, ni siquiera voy a querer quitarme esas ideas de la cabeza. Creo que es una de las maneras que conseguirán que pierda, poco a poco, ese odio incontrolado. Acabo de comprender que soy la única persona que posee el control de mis pensamientos.

miércoles, 30 de junio de 2010

Haz que así siga siendo

Hoy, cuando te vi sentada en tu cama con los ojos llorosos y la mirada perdida, no pude evitar pensar en la niña que me regaló tantos y tan buenos recuerdos.

¿Te acuerdas de ellos? Eras una auténtica peliculera cuando jugabas a las muñecas inventando historias fantásticas que hablaban de magia y amor. ¿Y la televisión? Pasabas las horas muertas delante de ese trasto que ahora apenas miras. Tenías una gran facilidad para encerrarte y embobarte con las series americanas. En ellas tú eras la más popular de todas y tu belleza encantaba al quarterback del equipo. Y aquellos escenarios, no hacían falta más que un tablero y dos palos, incluso el propio sofá. Te convertías en una diva encima de uno de los apoyabrazos o en los asientos o en todo a la vez, ¡qué importaba! Tú solo querías mover tu melena rizada y volverte loca. Por no hablar de cuando imitabas a Mónica Naranjo. Era gracioso contemplar esa estampa con los auriculares del ordenador en la cabeza y la mano sujetando al flexo que se convertía por minutos en tu micrófono. Creías incluso que te grababan y para eso te mirabas en todos los espejos mientras peinabas tu pelo y maquillabas tus párpados con las sombras de ojos que te regalaron el último cumpleaños. No se me olvidará el día que llegué a tu casa y te vi jugando con los animalitos que colocó tu padre encima del musgo del nacimiento, como cada navidad. Todos tenían nombre, siempre usabas los que te parecían más atractivos, los que soñabas con poner algún día a tus hijos. Todavía sigo preguntándome como, a pesar de ser la hiperactividad personificada, eras capaz de sentarte encima de la cama y devorar toda la colección de los libros de "El secreto de los gemelos". Una y otra vez, sin parar. Hubo una mañana que te dio por los comics: "mamá cómprame comics". Si no recuerdo mal aún ni los leíste. La ropa, te encantaba comprar ropa y zapatillas. Querías ir diferente y por eso probaste a salir a la calle con una camiseta azul, una falda marrón y unas deportivas blancas y relucientes que deseabas estrenar. La raya al medio y dos horquillas que sujetaban los mechones de la melena que cada verano te cortabas. Te veías preciosa. Ese día un señor muy simpático te hizo dos fotos. En una salías sonriente, vivaracha, alegre... tal y como tú eras. En la otra seria, con cara de enfadada y cierto aire amenazante. Tú siempre preferiste la seria (estabas aprendiendo a posar como Angelina Jolie). Eras una coqueta atrevida y peleona que siempre luchaba por conseguir lo que quería.

Por eso estoy regalándote estas palabras. Podría contar anécdotas tuyas hasta cansarme, porque otra cosa no, pero a trasto y a "pinchaúvas" ni te ganaba ni te gana nadie. Pero sé que no necesitas que lo haga porque he conseguido mi propósito:
La rabia y la tristeza de tus bonitos ojos se fue convirtiendo en nostalgia y alegría; y tus inquietas mejillas te obligaron a sonreir.

Los recuerdos son tristes si los queremos recordar de esa forma. Me demostraste que dentro de esa maldita cabeza loca escondías la parte responsable e inteligente. Úsala y convierte todas y cada una de las anécdotas que has vivido en las más alegres.
Tú misma lo dijiste más de una vez: "Los buenos momentos nos regalan destellos de felicidad; los malos nos enseñan como aprender a crearlos".
Haz que así siga siendo.

jueves, 24 de junio de 2010

Tus piezas rotas son mi puzzle entero

Llevas tiempo regalándome tu vida. Ahora no te reconozco.

No veo la estrella que llevabas dentro ni veo el brillo que caracterizaba a tus ojos. Dónde está tu sonrisa o el sabor de tus labios. Por qué el aire ya no mueve tus cabellos rizados. Dónde está ahora el color de la cara más bonita. Quién le dijo al cielo que ya no querías ser su reflejo. Cuando oliste por última vez una de las margaritas de tu jardín. Cómo conseguiste que tus interminables piernas dejasen de crecer. Qué fue lo que hizo que hoy ya no sepas mirarme a los ojos.
Dejaste de tropezar cuando olvidaste caminar. Y perdiste el movimiento rápido de tus caderas al bailar. No querías escuchar los consejos de la luna y prometías no volver a contemplar nunca las estrellas. Tu corazón se llenaba de cenizas mientras tu cabeza dejaba de pensar. Cuál fue el motivo que te llevó a regalar tu alma.

Has decidido no ser nadie para convertirme en todo.

Soy alegre, risueña, coqueta y divertida. Mis pupilas aprenden a dilatarse a medida que las lágrimas deciden marcharse. Mis labios contienen amor y la locura se esconde en mis besos. He inventado un bonito sonido cada vez que digo una palabra. Los rizos de mi rubio cabello son ahora tan perfectos como mi manera de caminar. La vitalidad invade mi cuerpo. Mis caderas no descansan. Consigo convencerme de que no existe el miedo y mi corazón vuelve a latir. Las estrellas me sonríen. Tengo el azul del cielo en mis ojos y el blanco de las nubes en la pureza de mis consejos.
Al fin encontré mi alma, tú me ayudaste a hacerlo.

¿Doy gracias por devolverme la vida o pido perdón por quitarte la tuya?

lunes, 21 de junio de 2010

Un paso... Dos... Tres.

Uno...
Dos...
Tres.

Un paso...
Dos pasos...
Tres pasos.

Un paso más...
Dos pasos seguros...
Tres pasos rozando...

Un paso más y...
Dos pasos seguros pero...
Tres pasos rozando el...

Un paso más y tu...
Dos pasos seguros pero insensatos...
Tres pasos rozando el límite...

Un paso más y tu vida...
Dos pasos seguros pero insensatos caminan...
Tres pasos rozando el límite y...

Un paso más y tu vida ya...
Dos pasos seguros pero insensatos caminan ansiosos...
Tres pasos rozando el límite y coqueteando...

Un paso más y tu vida ya no...
Dos pasos seguros pero insensatos caminan ansiosos buscando...
Tres pasos rozando el límite y coqueteando con...

Un paso más y tu vida ya no tendría...
Dos pasos seguros pero insensatos caminan ansiosos buscando el...
Tres pasos rozando el límite y coqueteando con la...

Un paso más y tu vida ya no tendría sentido.
Dos pasos seguros pero insensatos caminan ansiosos buscando el final.
Tres pasos rozando el límite y coqueteando con la vida.

domingo, 20 de junio de 2010

¿Especial?

"No conoces nada de mi, ni siquiera sabes quien soy"
Estoy hecha de un material especial, distinto a cualquier otro antes diseñado.
Soy como la brisa que necesitas cuando manda el fuerte viento. Soy como el reflejo del sol en un paisaje completamente nevado. Soy como un pájaro correteando por el cielo o como los conejos cuando aprenden a volar en sus madrigueras. Soy un hormiguero construido por escarabajos o una pelotera hormiga transportando una bola. Soy una margarita con petalos violetas o una violeta de tonos blancos y amarillos. Soy las huellas que nadie dejó o las forzadas pisadas que no aparecieron jamás. Soy el camino más largo cuando todos tienen la misma distancia y el más corto cuando decido no tomar cualquier atajo. Soy la oscuridad que desprende la luna o la luz cegadora de una noche sin estrellas.
Soy todo lo que un día imaginaste que no sería, soy todo lo que no llegaste a pensar, soy todo lo que no quieres creer que soy, soy todo lo que llegarías a odiar.
"No conoces nada de mi, ni siquiera sabes quien soy"

miércoles, 16 de junio de 2010

Promesas (Microrrelato)

Todo está allí. Las historias que nunca he contado. Las fotografías que jamás revelé. Las canciones que no llegué a escribir. Los cuadros que quise pintar. Las melodías que aún no conseguí crear. Los guiones que siempre me propuse redactar. Los sueños que deseo cumplir.
Todo está allí. En la voz que nunca tuve. En los ojos que jamás supieron mirar. En el alfabeto que no llegué a aprender. En los colores que quise descubrir. En las notas que aún no sé diferenciar. En los papeles que siempre me propuse repartir. En el viaje que deseo comenzar.

martes, 25 de mayo de 2010

"España va bien"

Seguro que a muchos de vosotros os suena la famosa cita de “España va bien”.
Para los que no sepáis quien la hizo famosa y porqué, os diré que fue en 1997 y el antiguo presidente del gobierno, José María Aznar, es su autor.
Si ya en aquel año sonó poco creíble, en 2010 y con otro presidente en el poder, esa poca credibilidad se ha reducido a cenizas.
ESTOY MAS QUE HARTA de poner la televisión y ver a los políticos hablar de cooperación, solidaridad y democracia mientras entre ellos se tiran los trastos a la cabeza.
ESTOY MAS QUE HARTA de comprobar cómo hay familias que no llegan a fin de mes económicamente porque la tasa de desempleo no deja de elevarse.
ESTOY MAS QUE HARTA de escuchar en los partidos de futbol comentarios xenófobos y homófobos hacia los jugadores.
ESTOY MAS QUE HARTA de ver como las grandes empresas se forran a costa de la explotación infantil en países subdesarrollados.
ESTOY MAS QUE HARTA de observar imágenes de pequeños desnutridos y moribundos en países que hemos bautizado con el nombre de tercer mundo.
ESTOY MAS QUE HARTA de ver como niñas de 15 años idolatran la talla 34 y aspiran a ser esqueletos humanos.
ESTOY MAS QUE HARTA de ver como día sí o día también aparecen nuevos casos de jóvenes que han sido violadas, maltratadas y asesinadas.
ESTOY MAS QUE HARTA de escuchar que el terrorismo ha sumado a su trayectoria una víctima más.
ESTOY MAS QUE HARTA de permitir que nuestros gobiernos consientan la venta de armas a lugares que aún están en conflicto.
ESTOY MAS QUE HARTA de ver como HOY cuando nuestro país sufre una de las mayores crisis económicas de la historia, todos nos echamos las manos a la cabeza mientras afirmamos que toda la culpa es del gobierno. Pues no señores, la culpa es del gobierno y de nuestro conformismo, pasotismo, y la enorme falta de empatía y solidaridad.
De nada sirve quedarse delante del televisor lamentándonos y criticando cada una de las noticias que nos trasmiten los medios de comunicación. Imaginad que la mujer víctima del terrorismo es vuestra madre, o que la empresa en la que trabajaba vuestra padre ha decidido prescindir de él. ¿Es entonces como ocurre ahora con la crisis cuando nos arrepentiremos de no haber luchado antes contra todo esto?
Pongámonos al nivel del desarrollo que decimos tener y seamos una sociedad unida y consecuente con lo que ocurre a nuestro alrededor.
Actuemos de una vez y consigamos que las nuevas generaciones algún día si tengan razones de peso para afirmar que efectivamente España va bien.

domingo, 16 de mayo de 2010

¿Quién gana una guerra?

¿Quién gana una guerra?
Ni siquiera soy capaz de parpadear. Me mantengo inmóvil delante del ordenador. Inmersa en los detalles de cada una de las escenas. Los aviones blancos y rojos. Los aviones con símbolos patriotas. La facilidad de soltar los misiles. La facilidad de hacer explotar los misiles. El humo negro, gris, marrón. Personas entre el humo de colores. Personas saltando entre ese humo. Fuego. Fuego en el cielo. Fuego entre los soldados. Fuego entre las víctimas. Millones de vivos corriendo entre millones de otros menos vivos. Los vivos pisan a los muertos. Las bombas. Cada vez más bombas. Cada vez son más los bombardeados. Cada vez más las manos que agarran el armamento. Unos contra otros. Otros contra unos. Orgullo y miedo. Valientes que son cobardes. Cobardes que quieren ser valientes. Los barcos se hunden con las personas en ellos. Nadie sabe nadar en un mar donde solo hay dolor. Las caras de pánico de la multitud. Los cuerpos sin piernas. Las manos sin dedos. Los cuerpos sin alma. Las puertas cerradas. La falta de aire. Los gritos reemplazan a las palabras. Y las palabras solo forman frases sin sentido. La sangre. La sangre que se necesita o la que se pierde a la vez. La que sacan con jeringuillas. Las jeringuillas que se acaban. Las pocas miradas de esperanza. La esperanza que esconde muerte. Los gritos de odio, de culpabilidad. Gritos racistas. Los rincones que ocultan vidas. Los planes y el orden. El orden en una situación de desorden. La voz que les da órdenes. La calma llena de nerviosismo. La rapidez de las actuaciones. Actuaciones inmediatas, impensables. Los aviones. Los pilotos que suben al avión. Los artefactos que caen a su lado mientras los pilotos suben al avión. La motivación. Las cámaras que graban. Los que llevan la cámara. Los que graban el despegue. Los despegues que se quedan en tierra. Las nubes que esconden al enemigo. Los movimientos que evitan un golpe. Los golpes que se quedan en sonidos. Los sonidos que se convierten en silencios. La credibilidad en uno mismo. La confianza del compañero. Las divisiones que crean equivocaciones. Las equivocaciones que llevan a choques. Los choques de aviadores que pierden el control. Control que disminuye en la tierra. Tierra desde la que no se ve el cielo. Cielo que contempla la tragedia. Los muertos. El dolor. ¿Por qué dimos pie a todo esto? Hace no más de setenta años el mundo estaba enfrentado. Todos contra todos luchaban. Irreparables daños. Millones de desaparecidos. Incontables cuerpos sin vida. Eran las guerras mundiales. Todos las conocemos. Todos nos echamos las manos a la cabeza al recordarlo. Pero, ¿Y hoy? ¿Quién se las hecha hoy cuando siguen existiendo países en conflicto? Aún existen los vencedores y vencidos, la sangre, el dolor, el pánico, las bombas, el fuego y la muerte.
¿En 1945 se puso fin a la segunda guerra mundial?

jueves, 13 de mayo de 2010

SOLDADOS

"Se está como en otoño
en los árboles
las hojas" (Giuseppe Ungaretti)

No todos los días descubres este tipo de poemas. Mucho menos a poetas como él.

"¿Cómo vas a llegar a ser comunicador sin conocer a Ungaretti?"
Al principio me pareció una pregunta un tanto estúpida. Una más de las muchas que intentan imponernos ideologías y formas de vida "ejemplares". Y si, debo reconocer que me equivoqué al pensarlo. Igual que todo médico ha oído hablar de Alexander Fleming, o todo biólogo recuerda a Charles Darwin, los comunicadores no podemos permitir que pase desapercibido un maestro de la poesía italiana como es Ungaretti. ¿Debería entonces agradecerselo a quién me lo enseñó?
Si hay algo que admiro es la diferencia: las personas diferentes, las ideas diferentes, los escritores diferentes... Y hoy, la clase de literatura destacó por ser eso, por la diferencia.
¿Cuánto tiempo llevo deseando volver a escuchar poesía en las aulas? ¿Desde cuando llevo soñando con ser alumna de profesores como John Keating? Hoy, y con el breve poema que comencé, volví a sentir aquella magia.
"¿Qué interpretación le darías tú a esas tres frases escritas por el poeta italiano?, ¿y tú?, ¿y tu compañera?" Mis ojos se iluminaron al escucharlo. No pude evitar mostrar mi efusividad con un: "¡Esto me encanta!", "así es como se mueven las mentes" pensé, ¡así es como se aprende a pensar! Sin embargo la profesora tenía razón cuando dijo que sentía pena de la incultura que reina en nosotros. ¡Qué lástima que hasta yo misma sea capaz de creer que sea tarea de otros cambiar nuestra forma de pensar!
Por desgracia, somos la generación del botellón. Esa generación que no sabe salir de fiesta sin beberse al menos cinco copas, sin fumarse un canuto y a ser posible dos, o llegar a casa antes de que se escuche a los pájaros cantar.
¿Cómo vamos a querer entonces conocer a grandes literatos si apenas sabemos diferenciar la poesía del teatro?
Ahora es cuando me respondo a la pregunta planteada: Por supuesto que debo dar las gracias a la persona que consiguió por momentos captar nuestra atención. Al menos quiero que sepas que hiciste pensar a uno de nosotros.

Y respecto a mi interpretación del poema de Ungaretti, ahora y tras esta reflexión, debo decir que todos somos soldados que obedecemos a otro de mayor rango, por eso todos caemos, como las hojas; por eso siempre es otoño, no conocemos más estaciones; por eso somos como árboles, inamovibles.

viernes, 7 de mayo de 2010

Jose y Jose

Intentaré transmitiros todo el sentimiento que para mí tiene haber vivido una situación como la que narraré a continuación:

Que mejor forma con la que comenzar a desarrollar el tema que presentándoos a la persona que me dio la idea principal para crear este texto. Se llama José y le conocí hace unas semanas en una feria agroalimentaria. Ambos estábamos trabajando, él representando a la asociación de la que forma parte y yo a la Diputación de Salamanca. No sé si fue casualidad, puede que mi enorme facilidad para relacionarme con los demás, quizás su primer acercamiento al stand en el que yo estaba situada, pero José y yo comenzamos a comunicarnos.
Detrás del mostrador y con una gran cantidad de información acerca de Salamanca y provincia dedicaría todo un día a compartir esos conocimientos con las personas que se interesaran.
Pocos minutos después del discurso de apertura con su correspondiente fotografía y entrevista de los periódicos y televisiones comarcales, un joven matrimonio con un gran interés por la arquitectura de Macotera (villa de Salamanca en la cual se celebraba el evento) estrenó el stand. Se les veía sorprendidos al comprobar la cantidad de formas que presentaban las fachadas de la pequeña villa en aquellas láminas. Ante su curiosidad y devolviéndoles su continuo agradecimiento decidí mostrarles todo tipo de diseños de los diferentes arquitectos y fotos que no dejaban de maravillarles.
No mucho rato después de que se fueran, mientras ponía en orden el stand, escuché a un grupo de gente hablando un idioma diferente al español. Se acercaron y comprendí que además de sus palabras, los rasgos fisicos que presentaban no eran precisamente españoles. Me comuniqué con ellos hablando en su idioma, mirándoles fijamente y diciendo cada una de mis palabras de forma lenta y exagerada. Yo aún no soy bilingüe y ellos eran belgas. Aún así, a través de gestos que acompañaban a las palabras pudimos entendernos. Al fin y al cabo de eso se trataba y para eso estaba allí.
Poco a poco la feria iba adquiriendo fama y cada vez eran más los que llevados por su interés y curiosidad acudían a verla y pasear por ella.
Aprovechando que no estaba ocupado mi nuevo lugar de trabajo, me acerqué a conversar con una de mis compañeras del stand de al lado. Mientras ella reponía sus vasos de vino de “Las Arribes”, para que los visitantes pudiesen degustarlo, llegarón un par de hombrecillos* que me sonreían reclamando mi atención. Aquí está la persona de la que os hablé: mi amigo Jose y su amigo, también llamado Jose.
Mi amigo empujaba la silla de ruedas del otro Jose, y los dos pararon frente a mí. Ellos no eran como el primer simpático matrimonio, ni como los belgas que hablaban inglés, ellos eran, sin duda, los dos chicos más especiales que pasaron por allí a lo largo de toda la mañana. No dejaban de mostrarme su sonrisa en ningún momento y sus ojos eran los más brillantes de aquel pabellón. Como no sabía sus nombres me molesté en preguntárselo y aunque me costó entenderles porque ellos no hablaban con la misma facilidad que yo, conseguí descifrarlo. Les pregunté si eran visitantes de la feria o si, por el contrario, pertenecían a algún stand. Apuntando con el dedo a la pequeña carpa situada enfrente de mi respondieron a mi pregunta. Fui con ellos hasta ella aprovechando mi descanso. Me enseñaron los puzles que habían hecho, los tiestos en los que habían sembrado un día semillas, los objetos que fabricaban con barro y madera… Sin perder ese brillo de los ojos y con la sonrisa cada vez más grande señalaban todas y cada una de las manualidades que les enseñaban a hacer los voluntarios de su asociación. ¡Un trabajo excelente! No puedo negarlo.
Durante el resto del día no me faltó la visita de estos dos hombretones, me saludaban desde su stand, pasaban delante de mí escondiéndose para que no pudiera verlos, se reían conmigo desde la otra punta del pabellón cuando hacia alguna gracia con mis manos, bromeábamos a cerca del slogan que llevaba José en la camiseta y me regalaban cada vez un beso, a veces al aire, otras en la mejilla.
Poco antes de finalizar la feria me llevé una de las mayores sorpresas que podían haberme dado. Estaba allí, aburrida, deseando acabar para poder irme a descansar  y de repente el feliz y contento Jose y su amigo, Jose, se presentaron delante de mi compañera y delante de mi con dos tiestos de preciosas flores.
Jamás había sentido tanta alegría como en aquel momento. Mis ojos se emocionaron tanto que las lágrimas empezaron a derramarse por mis sonrosadas mejillas.
Jose me dio un enorme y cariñoso abrazo que devolví con el más sincero de los besos. El otro José chocó los cinco conmigo.
Sus caras reflejaban todo lo que verbalmente les resultaba tan difícil decir.
“Una imagen, una sonrisa, un simple gesto, ahora sé que valen más que mil palabras”



*Hombrecillos: Jose y Jose padecen parálisis cerebral. La parálisis cerebral es una lesión del Sistema Nervioso Central de caracter permanente y no progresiva. Tiene su origen durante el embarazo, el parto o los primeros años de vida. Se caracteriza por la alteración de la postura, el tono o el movimiento.
La organización a la que pertenecen se llama "Aspace" y os invito a colaborar con ella.
Para terminar, una buena pelicula en relación con el tema: http://www.youtube.com/watch?v=nVzJVNmeim4

domingo, 25 de abril de 2010

¿Qué otra cosa hubiese esperado de él?

Era tarde, más de las doce de la noche. Paseaba, de camino a casa, por las calles de Salamanca. No iba sola, él nunca dejaba que lo fuera después de medianoche. Al mirar al frente vió una cara conocida, era Barbara. La amiga de Raquel que fue compañera de Ricardo y además conocía a Juan. Pararon a saludarla. Venía de tomarse unas copas. A punto de despedirse estaban cuando una extraña figura humana de tamaño bajo, grueso, encorbado y con la mirada fija en el suelo llamó su atención. Barbara y María se retiraron para permitirle el paso. En su mano izquierda llevaba una enorme bolsa de basura. En la derecha, una especia de palo color fosforito. Sin detenerse pasó entre ellos golpeándo en la mano, con el palo, a María. Ella se asustó. Al echarse hacia atrás escuchó como la insultaba. Los tres le miraron y comentaron su actuación. La rabia recorría las venas de Miguel, su novia había sido agredida. Barbara se limitó a bromear. María se quedó pensativa, observando atónita como aquel atrevido tipo seguía su camino. Le vió detenerse junto a un árbol pocos metros más adelante. Solo buscaba algo que llevarse a la boca. El corazón de la muchacha latía rápido, sentía miedo y pena. Miedo por la actuación sorprendente de aquel hombre. Pena porque se ponía en el lugar de él. Barbara se despidió de ellos. Cruzaron el paso de cebra y María entró en el portal. Miguel, con un gesto, le dijo adios desde la calle. No dejaba de pensar en aquel hombre. Se quedó unos minutos esperando para volver a verle pasar. Allí estaba, en la acera de enfrente, con su bolsa, sin el palo y con los ojos puestos en todos los baldosines.
Unos meses antes María había estado trabajando en un proyecto para la asignatura de arte. El tema a tratar fue la mendicidad. ¿Por qué se sorprendía entonces? ¿qué otra cosa hubiese esperado de él?

miércoles, 21 de abril de 2010

Ley de vida

Y allí estoy, en la terraza, disfrutando de las mismas vistas que disfrutó hace pocos meses él. El cigarrillo en la mano y el humo desapareciendo entre las nubes. Observaba detenidamente cada uno de los puntitos destellantes e imaginaba su alegre sonrisa. Me pregunto si él estará allí. Miro hacia las baldosas y todo son recuerdos: las tardes en la portería, la tradicional visita a su casa la mañana del 6 de enero, los días que compartimos cachondeo y sonrisas sentados a comer en la misma mesa, las discusiones con su mujer por dichoso tabaco, los malos entendidos producidos por su sordera... Las baldosas esconden felices momentos que aún hoy llevo conmigo. No ha sido fácil, el shock por la noticia fue momentáneo. A pesar de que pasen años sin ver a alguien a quien quieres, por el motivo que sea, sabes que estará ahí. Hoy me costó asimilar que no, que a veces pasan los años y de repente "esos alguienes" ya no están a tu lado. Al menos no de la misma forma que antes. Unas horas antes, en mi última visita a su ya cuerpo sin vida, me paré a contemplar aquellos arboles secos del jardín que rodeaba su última casa. Los veía allí, desnudos, como su cuerpo sin alma, y tristes, como sus familiares y amigos. Entonces encontré uno enorme, con colorido y vestido de enormes hojas. Pensé en ella, su mujer, hoy sin nada con que taparse, pero mañana encontrando abrigo y queriendo florecer.
A medida que pasan los minutos para mi, en casa frente al ordenador, a dos metros de ese jardín con sus árboles pasan eternas horas. No sirve de nada preguntarse los porqués, ni pedirle explicaciones a nadie. Por mucho empeño que pongamos en negarlo todos estamos preparados para seguir adelante. Yo seguiré escribiendo, sus hijos seguirán trabajando, su nieta seguirá comiendo en su casa y todos los que le acompañan continuaran con su forma de vida habitual. Tú también sabrás hacerlo, eres fuerte y él no se ha ido, jamás lo haría, jamás te dejaría sola. No hagas caso a los sermones del cura, ni a los comentarios sin sentido de los que quieren cumplir, solo haz caso a tu corazón y le encontrarás. Continúa, levantaté y come algo, tú todavía estás aquí y tu gente te necesita.
Las vistas son hermosas, las estrellas brillan más que nunca y su imagen allí, con su maldito cigarro en la mano, siempre quedará en el recuerdo de todos.

martes, 20 de abril de 2010

Mi mejor amigo

Hoy quiero presentaros al que puede llegar a ser vuestro mejor amigo: Un objeto con múltiples cualidades, con diferentes estilos de vida, que te ofrecerá una buena y fiel compañía y con una competencia más que numerosa. Y siempre con la posibilidad de elegir otro que lo reemplace.
Para daros más detalles sobre éste me centraré en sus aspectos más personales: en cuanto a tamaño puede ser grande, pequeño o mediano, incluso si existiese término medio entre las tres medidas podría también serlo, como me ocurre con la talla de pantalón. Este objeto a veces es marrón, como el tronco de los árboles, otras verde, como el césped del jardín de papá, amarillo, como cuando un niño pinta el Sol, o violeta, como lo que dio nombre a mi blog. Además tiene dos caras, en una lleva su nombre y en la otra cuenta como es. Su tacto no siempre es liso, como el culito de un bebé , también puede tener rugosidades, como el rostro del abuelo Lolo. Con el sol le salen pecas, como suele pasarle a mi cara y con la lluvia puede estropearse, como le ocurre a mi pelo. Aunque no suele ser muy común, cuando era niña me regalaron uno redondo pero a medida que crecí por todas partes lo veía de forma rectangular.
Este peculiar objeto, como las personas, también ha ido creando su propia personalidad, una personalidad a veces confusa, ambigua, incluso contradictoria. Puede ser el más alegre, como Heidy cuando vivía en las montañas o en cambio puede sentirse el más triste y desdichado, como cuando se mudo a la ciudad. A veces paso horas eternas a su lado, disfrutando con cada una de sus sabias, o misteriosas, o increíbles, incluso tristes palabras, en cambio otras a penas puedo aguantar cinco minutos a su lado, él se convierte en el ser más aburrido que podéis imaginar. No es un amigo como otros en cuanto a la comunicación, él no sabe hablar, como las personas mudas, pero sabe aconsejarme, como los buenos amigos. Si tuviera que seleccionar la mejor característica de él me quedaría con la magia que desprende: una magia con la que descubrir emocionantes historias ya vividas y otras tantas que están por llegar; historias llenas de fantasía, de princesas y dragones; historias contagiadas de misterio, de asesinos y asesinados; historias dolorosas, de enfermedades y muertos; historias de amor, enamorados y amantes; historias locas, apasionadas y apasionantes; historias de guerra, con bombas y bombardeados y tantas otras que no llegarías a imaginar.
Él es el mejor compañero y hasta tú, con un lápiz y papel, como los antiguos escritores, o con las nuevas tecnologías, como los que hoy intentan serlo, puedes llegar a crearlo. Yo ya me lo propuse. ¡Hazlo!

La independencia irónica

¿Alguna vez habéis tenido la impresión de que llegaréis a la treintena y seguiréis viviendo en casa de vuestros padres?
A pesar de mis nervios y emoción la mañana se presentaba normal: sonaba el extridente “tinoníno tinoníno tinoníno ní” de siempre en el despertador de mi teléfono móvil; la vecina de enfrente sacaba, una vez más, brillo a sus ventanas; alguno de mis pies, esta vez el derecho, se mojaba pisando uno de los cientos de charquitos de pis que dejaba “Sou” (demasiado apropiado), nuestro perro; el baño tenía el mismo papel que siempre: ninguno, y los calzoncillos de mi hermano con sus respectivas zurraspas, estaban encima de mi bolsa de aseo. Lo dicho, hasta entonces la misma mañana normal y rutinaria que desde hace veintisiete años.
Cuando salí de la ducha y seguía teniendo mi toalla encima del bidé en vez de tirada en el suelo como acostumbraba a hacer la inoportuna de mi hermana pequeña, me extrañé. Aún más raro fue seguir escuchando de fondo un tema de los Arctic Monkeys en mi habitación, alguna mano “bruja” siempre tenía que evitarlo.
Pillé la primera camiseta que encontré en el armario y me puse el mismo pantalón oscuro que llevé la noche anterior, como decía mi abuela: lista para ir a un entierro. Bajé las escaleras a corre prisa para coger mi almuerzo, comunicarles la noticia y salir de allí antes de aguantar lo mismo de siempre: a papá discutiendo con el irresponsable de mi hermano por haber vuelto a encontrar en alguno de sus bolsos hierba mortífera, como él decía; a mamá quejándose del piercing en la lengua que se hizo hace ya millones de meses la “rebelde quinceañera” de mi hermana y para colmo, al maleducado y enfermo de próstata dando ladridos entre todo ese jaleo.
Al bajar el último escalón y no oír nada de aquello un escalofrío muy eléctrico y extremadamente eso, frío, recorrió mi cuerpo, algo anormal estaba ocurriendo. Entré en la cocina y el silencio chocó contra mi cuerpo: ni los ladridos, ni las demás onomatopeyas se oían por ningún lado. Justo hoy, cuando una vez más me había decidido a firmar. De repente y casi matándome del susto me sorprendieron dos golpes secos en la ventana y una de esas sonrisas con doble propósito de mamá.
¡Sorpresa! Una caravana de diecisiete metros cuadrados y cinco efusivas y emocionadas caras (dos realistas, dos fingidas, una sin expresión) iban a acompañarme durante un eterno mes. ¡Bien jovencita, lo has conseguido! Eso fue lo que me dije al ver reemplazados los noventa metros cuadrados de un acogedor, económico y céntrico piso que ya no sería para mí. Ahora más que nunca tengo la impresión de que pasaré la treintena y seguirán apareciendo obstáculos, ¿por qué lo son, verdad?

lunes, 12 de abril de 2010

¿Por qué escribo?

¿Por qué escribo? Esta es una de las preguntas que todo escritor debería hacerse cada día.
Hoy estuve reflexionando sobre la labor de los escritores en la época de la censura española, su valor y envidiable esfuerzo es uno de los motivos que le da respuesta a la pregunta con la que comencé. Me pregunto cuantos de los que dicen llamarse artistas aprecian aquel duro trabajo.
Cada vez son menos las personas que se toman las molestias de seguir luchando y continuando el viaje que no hace mucho alguien nos dejo de herencia. Si no solemos malgastar nuestro tiempo pensando cuales fueron las razones que consiguieron sacarnos de aquel país atrasado y asfixiante, mucho menos conseguiremos apreciarlo. Cada mañana seguiremos despertándonos con nuestra emisora de radio habitual y a la hora de comer escucharemos el telediario de la cadena que más se aproxime a nuestra línea ideológica.
No dejo de preguntarme que ocurriría sin un día no pudiésemos elegir, si por casualidad mañana el mundo se rebelase y volviese cincuenta años atrás. No quiero imaginar la hecatombe que podría llegar a producirse. Si Azorín levantara la cabeza y viera esto... Aquellos intelectuales con menos de la mitad de las tecnologías que ahora tenemos se atrevían a imponerse, a expresarse, a decir lo que pensaban en un país que no veía más allá del poder, y ahora en vez de seguir sus pasos nos quejamos de la letra "comic sans". Tenemos todo lo que en 1939 no tenían, libertad de expresión, y no sabemos valorarlo.
Puede que la equivocada y anticuada sea yo, aún así me alegro de ser capaz de comprender lo que sentía Lorca al escribir cualquiera de sus obras y no dejo de envidiar a las generacion del 98 y 27. Por no hablar de aquellos que en la época de Franco salían a la calle con hojas y panfletos para informar de la verdadera realidad a un pueblo con los ojos vendados. Qué mas daba un libro entero, cinco líneas o dos palabras lo que les llevase a terminar encarcelados. Sólo hacian su trabajo de periodistas sin tener que ser militantes de la Fet-Jons ni someterse a la serie de normas que les imponían para ello.
Ahora parece que hemos avanzado, creemos que somos un país adelantado y como decía una conocida frase: "España va bien", pues dejenme recordarles que hoy el periodismo sin estar sometido a censuras como las de entonces sigue teniendo muchos candados. Si hiciésemos un estudio sobre todos los estudiantes que estudian esta carrera y los que al acabarla tienen trabajo nos quedaríamos atónitos con el resultado. Como empecé diciendo la información hoy en día es imprescindible, fueron muchos los que lucharon por llegar a lo que hoy tenemos, y lo único que estamos haciendo es poniendo barreras y frenando a tantos buenos artistas que esconden sus increíbles obras en un viejo cajón. Luchemos, consigamos imponernos a la mucha mierda que dicen ser licenciados y no son más que muertos de hambre sedientos de fama. Si algunas obras de nuestros antepasados pudieron cruzar la frontera cuando era imposible, nosotros también podremos llegar a cruzarla.
Me gusta escribir, como a tantos de vosotros, y disfruto haciéndolo, por eso cueste lo que cueste continuaré el camino que unos pocos comenzaron. Asi que seguiré, orgullosa, haciéndome la misma pregunta cada mañana: ¿Por qué escribo?

sábado, 3 de abril de 2010

¿Cómo podría explicar su estado?

A medida que salían las palabras de la boca de aquel tipo la rabia iba conteniéndose en las venas de su garganta, sus pómulos enrojecían, y su pelo bien colocado perdía forma. Estaba sentada en una de esas cómodas sillas con el respaldo bien duro, pero no apoyada contra él sino cada vez más al borde. Sus oídos no dabán crédito a lo que estaban escuchando mientras sus dos párpados se hinchaban fruto de la desesperación, su cuerpo iba perdiendo el control a la vez que en su cabeza disminuía la estabilidad. No pudo más, la rabia llegó al límite y comenzó a dar chillidos, gritos de dolor. Aquello era una traición, una nueva artimaña contra la que volver a luchar, una vez más una excusa para seguir sufriendo. Corría de un lado a otro inconscientemente, sus palabras carecían de sentido para los que estaban escuchando pero para ella eran una forma de desahogo, sus piernas temblaban, sus brazos ardían y su mirada se perdía entre aquellas caras amenzantes. Unos brazos, ajenos a todo, le agarraron fuertemente por su escuálida cintura buscando el lugar más aislado y tranquilo. Entonces la puerta de entrada se cerró, todos salieron. Ella permaneció en aquella habitación durante horas, al salir todo había acabado, era fuerte y seguiría resistiendo, jamás podrían vencerla.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Una vuelta al presente...

Cuando crees haber olvidado esa etapa en la criticabas todo lo "bueno" que sucede a diario en este nuestro alegre y perfecto mundo, tienes la suerte, o no, de encontrarte con ella de nuevo.
Has estado un tiempo en otras cosas, en otro mundo, y contando otras historias totalmente evasivas y diferentes, quizás haya sido solo por olvidarte de tanta caricatura. Me alegro de que solo dos horas de una buena pelicula me estén llevando a ello.
Y es triste que aún sigamos levantándonos cada mañana fijándonos en nosotros mismos y preocupándonos del grano de turno con el que nos hemos levantado y ha estropeado esa esperada cita o de que coño ponernos para no llevar la misma ropa que el día anterior si vamos a exponernos a los mismos espectadores. Nosotros tenemos esa suerte, vivimos una buena época, compramos en El Corte Inglés, ya no decimos Pryca, nos permitimos el lujo de pagar cada vez más por comer en el nuevo restaurante que inauguraron la semana pasada o hasta decidimos comprar Ferrero Rocher porque Paloma Cuevas nos convence de tal forma que el sabor de los que hace mercadona ya no tienen nada que ver. Y todo esto sin contar lo inteligentes y buenos que son nuestros hijos aunque estén en comisaria por haber intentado, porque solo fue intentar, robar el último mercedes-benz (increiblemente seguro y cómodo) que salió hace algunos meses al mercado. ¡Qué equivocados estamos! Y lo que es peor: ¡qué felices somos".
No es por tocar las narices ni por amargar vuestra envidiable vida, es simplemente por tomarme las molestias de haceros (y hacerme) recapacitar, pensar antes de cometer el error de insultar y echar a patadas a un pobre vagabundo que encontremos la mañana siguiente tirado en el suelo de nuestro portal. Porque sí, porque esa es la verdadera realidad, lo que tenemos día a día frente a nosotros y nos negamos en ver. Que fácil es pedirle cuentas al gobierno y echarle la culpa de todos a los políticos que "tanto" hacen por representar a su pueblo, ¿en qué nos estamos convirtiendo? No somos esclavos de nadie, ni ninguna persona toma las decisiones por nosotros. Gracias al gran esfuerzo y el enorme trabajo de nuestros antepasados hoy somos libres y podemos cruzar la frontera sin tener que pedir cuentas a un dictador o una tropa de ellos que nos lo impidan. Me da verdadera pena que estropeemos de esta forma la herencia que nos dejaron.
Hoy vi una de esas peliculas que te hacen pensar de verdad, es alomejor el motivo que me ha llevado a reflexionar decidiéndome a escribir este articulo que leerán dos personas contadas, porque no quiero engañarme: así será. En nuestro mundo solo importan los programas del corazón o sentarse a observar como un grupo de desvergonzados se tiran los trastos a la cabeza mientras son observados por millones de espectadores, y todo ¿sabeis por qué? porque nosotros somos tan listos que en vez de leer cuatro renglones donde reconozcamos que no somos más que conformistas copias de los otros, vemos la telebasura que día a día nos enseña tantísimo. Abramos los ojos y observemos cuanta "mierda" nos rodea, alomejor no son más pobres los miles y miles y millones y billones de personas que están ahí fuera, en otro mundo totalmente diferente al nuestro, por tener un pedazo de pan cada tres semanas que llevarse a la boca, alomejor los pobres somos nosotros que no tenemos corazón y que consentimos con nuestros granito de arena destinado a los mensajes que enviamos al grupo de "periodistas" que comparten las tardes con nosotros en telecinco, que llegue a los más necesitados.
En fin, solo me queda recordaros que os quejeis al gobierno que seguro que no es suficiente con lo que ya tienen encima como para añadirles a sus "responsabilidades" el esfuerzo de enseñarnos a ser PERSONAS, palabra que dudo mucho sepamos el significado.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Runaway

Hay días en los que solo te apetece tirarte en la cama, mirar hacia el techo y mantener la mente totalmente en blanco para no pensar en nada. Por desgracia, o no, sabes que eso es imposible que te suceda.
Tu cabeza es como el hipocentro donde se origina un nuevo terremoto, es ese punto que se convierte en el epicentro a medida que ascienda a la superficie y que después arrasa con todo lo que encuentra en su camino. Pero con una gran diferencia: el fenómeno natural trás unos minutos, quizás unas horas, acaba, dejando atrás numerosos destrozos y en ocasiones multitud de cuerpos sin vida, en cambio, tu cabeza está llena de vida, y los destrozos que ocasiona son unicamente sicológicos, sin encontrar la fecha exacta para ponerlos fin. Esos incansables pensamientos caminan de un lado a otro sin dejarte a penas respirar, intentas convencerte de que en realidad no es tan malo, que incluso algunos días disfrutas haciendo que esas ideas fluyan sin descanso, pero finalmente llegas a la conclusión de que no es así. Sabes que necesitas un descanso, quieres llegar a un punto donde tu cuerpo domine a tu cabeza, es probable que te suene extraño, de sobra sabes que esa no es la solución adecuada. De la manera que sea debes parar esto, imagina que los terremotos no acabasen, imagina que los destrozos siguieran creciendo y que los miles de muertos se convirtiran en millones, imagina que no es uno el pueblo que queda destrozado, imagina que son demasiados los pueblos que lleguen a destruirse, imagina que llegue un punto en el que la muerte supere con creces a la vida que hoy existe, si sigues imaginando ya no estarías aqui.
Ahora cierra los ojos, mira en tu interior y sin pensar demasiado recuerda estas últimas palabras, después, abrelos, mira lo que tienes a tu alrededor y preguntaté qué es lo que verdaderamente importa.

martes, 16 de marzo de 2010

¿Volverá?

Otro suelo: ya no hay gotas.
Camina despacio en la misma dirección: todo recto y a la derecha. Ya no está. No hay ningún cerrojo en la puerta. Los espejos reflejan lo irreal. No existe el sonido que produce el chorro de agua al descender por la tubería. No se oyen golpes secos. Los vasos no brindan con el lavabo. El silencio sustituye a las canciones. Los ojos atraviesan la puerta. Las rodillas han perdido su aguante. El protagonista grita, es más alto. El pelo cae sin ataduras por la espalda. Los labios: vivos y brillantes. Camina despacio en la misma dirección, el camino está cortado. Las paredes son las culpables. Las baldosas son las culpables. Las habitaciones son las culpables.
Otro suelo: ya no hay gotas.

lunes, 15 de marzo de 2010

Eso, jamás cambiará

Trás cinco minutos con la mirada perdida en la cerradura y una mano cada vez más nerviosa que busca en el interior del bolso negro que siempre te acompaña, consigues dar con las dichosas llaves. Abres la puerta, el calor familiar invade tu cuerpo pero la soledad te hace sentir extraña; no hay nadie, nadie sale a recibirte. Paseas por los pasillos que odiaste hace meses, ahora parecen encantarte más que nunca; sientes que no estás sola, ahora los recuerdos se convierten en los nuevos inquilinos; ya no te quejas de los muchos peldaños que tiene la escalera, ahora te paras a contarlos; a pesar de querer encontrar tu habitación cuanto antes no sigues una dirección fija, por primera vez te encuentras con miles de ellas; Al fin te sitúas delante de ese pomo y con las manos sudorosas pones más empeño que nunca en abrir la puerta que tantas veces cerraste fuertemente, victima de tus ataques de rebeldía; miras al frente clavando tus pupilas en la luz que entra por las rendijas de las ventanas de madera que tanto te gustaban; todo lo que te rodea son vivos reflejos de aquellos años. Los cuadros, las fotos, el espejo, el reflejo de la cama, las sábanas, el calor del que hablé antes, y cada rincón del pequeño escenario que representó durante tanto tiempo numerosas obras. Allí está todo guardado, por ello no pudiste evitar sentarte en el suelo y destapando cada recuerdo en tu memoria rompiste a llorar. Ahora comprendes que ya no eres la misma, que las cosas han cambiado y que no hay vuelta atrás. Tu cuerpo ya no pertenece a ese lugar, debes asumirlo, pero tu personalidad, en cambio, se ha labrado en esa casa, ha recorrido esos pasillos, ha odiado cada uno de los peldaños que ahora cuentas y ha ido dejando una huella distinta en cada una de las baldosas de la habitación que un día fue tu única y fiel amiga. Eso, jamás cambiará.

domingo, 14 de marzo de 2010

Calma y tempestad

Es como volver a aquellos días cuando te sentias tan extrañamente especial; volver a las sonrisas que llevaban a las alegrías, o a las intensas charlas donde descubrías tu verdadera identidad. Es el abrazo más sincero que jamás ante recibiste, y son los mejores besos que supieron regalar tus labios. Aún queda mucho por descubrir, todavía existen nuevas maravillas que creíste no encontrar jamás.
Olvidate de los pensamientos ambiguos, devuélvete la pasión y la seguridad de aquellos días; escucha a ese gran individuo que llevas dentro sintiendo con delicadeza y sinceridad cada uno de los latidos.
Y vuelve a creer, en las promesas, en los hechos o en todas las caricias que estarán por llegar. Eso si, no te olvides de lo más importante: eres la única que sabe pensar arriesgando.

viernes, 12 de marzo de 2010

Parece que eres diferente en esos momentos, te dejas llevar por las sensaciones que te provocan esos garitos, las vibraciones del ambiente, el estridente sonido. Demasiada gente que va y viene, personas que hasta dudas que lo sean. Es la noche, es el alcohol, son los decibelios, o las pasiones escondidas, son los secretos, las confidencias, las falsas amistades; son las dudas, las inseguridades, las caricaturas, las sonrisas que esconden ironías, las mentiras, las miradas.
Es ese maldito humo que te impide pensar,
es ese maldito humo que traiciona,
es ese maldito humo que te lleva a otro lugar.

jueves, 11 de marzo de 2010

Dulce Violeta

Fue tu seudónimo el que captó mi atención. Después, aquella primera mirada, fija, segura, penetrante. Con eso bastó para que desde ese preciso momento hayas sido tú lo único que durante el día ocupa mis pensamientos y por las noches se acuesta a mi lado. Insisto en negarme que no te conozco porqué me da la sensación que así es. Reconozco esa luz en tu mirada al igual que me atrevería a afirmar que bajo ese sobrenombre se esconde tu verdadera identidad. Esa es la razón por la que desde que me fije en ti solo sueño con adentrarme en tus pensamientos y ratificar la verdad de mi intuición. No imaginarías la cantidad de extraños y diferentes sentimientos que han sido capaces de crearse dentro de mí con tan solo dos palabras y esa extraordinaria a la vez que engañosa luz en tus ojos. Una luz equívoca, con gran capacidad de atracción que resto importancia a la increíble belleza que irradiaba tu físico, aquella que apenas tardó en extenderse entre el incesante y diario murmullo.
Nunca habría podido imaginar que un simple juego de presentación donde el profesor nos propuso conocernos bajo un seudónimo despertará en mí tal embrollo de sentimientos.
Allí estabas, sentada junto a la puerta principal, cuando con ayuda de tu fina y blanquecina mano derecha propulsaste parte de tu claro cabello despeinado por el viento hacia atrás, y depositando, por casualidad, tu mirada en mi, dijiste: “Dulce Violeta”.

miércoles, 10 de marzo de 2010

...

Llevo minutos delante de la pantalla decidiendo si presionar el botón que rompa todas las reglas o si en cambio es mejor seguir cumpliendo las ya impuestas; esa es la lucha del día a día. Es cierto, pensar demasiado no es, quizás, lo más acertado. Tampoco lo es lanzarse al vacio en la primera de cambio. Admito que me sorprendiste al afirmar que envidiabas esas horas y horas de rebuscados pensamientos. Cada vez pienso que sirven de menos. Aún así es lo que me caracteriza y mentiría si negara que me apasiona hacerlo. No quiero radicalizarme ahora decantándome por la impulsividad, pero no descartó tenerla en cuenta más a menudo. Al fin y al cabo, ¿cuánto tiempo nos queda aquí?

martes, 9 de marzo de 2010

"Solo sé que no sé nada"

El día que tomé esta decisión lo hice insegura: quizás fue el miedo a equivocarme,quizás la falta de fé en mí misma. Y me propuse seguir, mirando hacia adelante olvidando cada miedo.
Ahora afirmo estar cumpliendo mis objetivos: No quiero precipitarme, disfruto de cada instante.Estudio y me estudio; investigo e indago. Me asombro con los tantos rincones que quedan por conocer. Me ilusiono pensando en los tantos agujeros que un día quisiera tapar.
Aún sé que me queda mucho: confirmo no saber nada.

Pequeñas cosas que sueles imaginar...

(...) En una casita antiquísima, con el espacio necesario en medio del otoñal bosque; pensando las miles de historias que puedes plasmar en tus cuadernos; y hacerlo mientras escuchas los acordes de una guitarra que alguien está tocando a unos pocos metros de ti, una persona especial, quizás, que aparezca de repente o que simplemente esté en tu pensamiento como todo lo demás, como los paseos en bicicleta observando todas esas hojas que caen sobre nuestros cuerpos de los árboles, tan diferentes; o como aquel sonido de los pequeños animales acuáticos que se esconden bajo ese rio que no dejas de mirar, sentada en tu sillón de mimbre situado frente a la puerta principal, ese que a veces te impide diferenciar como suena cada nota en el teclado de ese viejo pero tan dulce piano...
(...) Son sólo pequeñas cosas, pequeñas cosas que sueles imaginar...
http://www.youtube.com/watch?v=LfQrm1S4K-I

Mu-sicología

Como uno de esos grupos que salen con sus mochilas al hombro cada mañana y pasean incansablemente por las numerosas calles londinenses, o como esos solistas que se dejan la voz en los pasillos que unen las distintas estaciones de metro, o como los tantos músicos, porque lo son, que cada día se olvidan de la meteorología y con tan sólo un instrumento como acompañante se enfrentan a los millones de oídos que viajan en todas direcciones. (...)
Es así como me sentía allí, bajo las soleadas avenidas de Oxford, y es así como me siento aquellas mañanas al escuchar el melancólico sonido de ese violín, y supongo que es así como me sentí en ese pequeño gran teatro donde intentan crecer aquellos que como yo luchan por su mayor pasión.

Hablemos de personas...

Como cuerdas tensas y bien afinadas de un violín incansable e impaciente, cuerdas que día a día pelean por exponerse a un nuevo pentagrama, por crear un nuevo movimiento, por enfrentarse a la mejor de las melodías.
Nea es un Violín que inició su carrera en las modestas escuelas de un pueblo gallego, pasando por los ricos teatros de los rincones más desfavorecidos para acabar exponiendo cada una de sus notas en los más prestigiosos escenarios.
Siempre con la presencia de un público: duramente crítico en ocasiones; en otras, sin embargo, con gran y merecido reconocimiento. Ella lo almacenaba todo en la memoria de su diapasón, aceptando a aquellos que no supieron entender su peculiar y personal manera de tocar pero aprendiendo de los pequeños desafines que a veces le hicieron perder el ritmo.
Ahora afirma no ser solo aquel inocente aparato que vio crecer la ciudad gallega, ahora asegura ser todos y cada uno de esos públicos, escenarios, y singulares lugares que han pasado a lo largo de su incansable trayectoria. Decantándose por el público que le enseñó a escuchar la música de los años 70 y agradeciendo a todos aquellos “amigos” de cuerda que un día le ayudaron a ajustar sus clavijas.
Como cuerdas tensas y bien afinadas de un único instrumento capaz de almacenar un sinfín de melodías; que se equivoca de nota pero que se esfuerza por perfeccionar la siguiente.

No dejes que sean solo leves recuerdos...


"No dejes que sean solo leves recuerdos de aquellas películas en blanco y negro que te vieron crecer..."
Películas en las que podía observarse la diversidad de personas de diferentes culturas que paseaban por aquellas avenidas; avenidas tan extensas como el conjunto de todos los pasillos que unen las estaciones de metro; metro que envuelve al turista como si se tratase de un laberinto, regalándole estrés o alivio y sobre todo el buen sonido de aquellas bandas, grupos o solistas que incansables deleitan a éste con su maravillosa música.
Una música que acompaña durante la estancia por la gran cantidad de barrios, desde lo más peculiar y artesanal al pasear entre los mercadillos de Candem hasta las mejores bandas sonoras que se escuchan en los lujosos teatros de la zona del West End; teatros que rebosan arte y cultura a través de la representación en primicia de los más innovadores musicales que acogen a una inmensa cantidad de público; público que llena los numerosos museos codeándose con los más celebres artistas e intelectuales, como el Madame Tussauds.
Sin dejar de sorprenderse con los espectaculares y coloridos carteles publicitarios, los caminantes se pierden en el interior de los característicos taxis que no dudan en detenerse en uno de los casi excepcionales y más famosos pasos de cebra de Abbey Road. Aquella foto de Los Beatles que se inmortalizó en numerosos cuadros hoy expuestos en los escaparates siendo el centro de todas las miradas. Cuadros en los que suele destacar el tono rojizo de las cabinas tan típicas que ocupan gran parte de sus aceras. Aceras donde poder posar junto a los “risueños” guardias que te recuerdan a los diminutos soldaditos con los que jugabas cuando eras niño, siempre fieles a su papel de responsabilidad; responsabilidad que aún superan sus compañeros del Buckingham Palace, famosos ellos por sus cambios de guardia, acompañados de una altiva mirada bajo el exuberante casco que les impide disfrutar de los momentos soleados y ocupándose de protegerlos en los lluviosos, ¡qué no son pocos!
Y es que su cielo se tiñe de una gran gama de azules celestes y tonos blanquecinos aportados por unas nubes que parecen tener vida propia, a las que poder dar millones de interpretaciones imaginando todo tipo de figuras; unas figuras que solo el Támesis sabe como ningún otro río reflejar en sus caudalosas y tranquilas aguas. Aguas cubiertas por los grandiosos puentes de los que presume: Westminster sea quizás uno de los más visitados. Desde él podrás fotografiar el cuerpo dorado envejecido en contraste con el tono plateado que encabeza y extiende hacia el cielo, de uno de los edificios por excelencia que visten de elegancia a una ciudad como esta. Es precisamente el Big Ben el elegido para cerrar este bonito viaje que ha sido solamente fruto de tu imaginación.
(…)Hazte ahora protagonista de ellas dándole color a tu vida y disfrutando de la magia de una ciudad como Londres.

lunes, 8 de marzo de 2010

El amanecer de las violetas

Y comenzaré dando dulces tropiezos, respirando por las pupilas de mis ojos y con las manos llenas de palabras...